Luis Bertrand tiene 46 años y nació en Honduras. Semanas antes de que se declarara la pandemia aterrizó en el aeropuerto del Barcelona buscando, en Europa, que sus hijos no cayeran en las garras de las bandas criminales que captan a jóvenes en su país. Se instaló en una barraca de Montcada i Reixac y, siempre inundado de precariedad, fue malviviendo hasta que hace tres años construyó, “con mis manos”, el inicio de un nuevo asentamiento en el municipio. Eligió la zona de la Vallençana Baixa. Con lonas de publicidad, chatarra, cartón y madera, construyó una barraca a la que fueron sumándose otras construcciones hasta formar 15 infraviviendas en las que vivían cerca de 25 personas (entre ellos un bebé, un menor y un matrimonio de ancianos). “Al campamento le llamábamos el Pueblo Nuevo de Montcada”, sonríe Bertrand. A primera hora de este martes, el Ayuntamiento ha desalojado el Pueblo Nuevo o, lo que es lo mismo, el campamento de la Valleçana Baixa, construido al lado de la depuradora y a la orilla del río Besós. A mediodía, el asentamiento se había transformado en un montón de escombro.
En Montcada hay, al menos, cuatro campamentos chabolistas desde hace años. En 2022 murieron dos personas en una de las barracas y las administraciones (Generalitat, Ayuntamiento, Área Metropolitana de Barcelona, Diputación y Consorci del Besòs) se pusieron manos a la obra para intentar atajar el chabolismo en el municipio. No lo consiguieron. Mientras tanto, el PSC logró arrebatar la alcaldía a los comunes en 2023. Desde entonces, dada la poca eficiencia de la unión de administraciones dispuestas a acabar con el problema de los asentamientos, el equipo de gobierno municipal hace todo lo que está en su mano para que, al menos, no crezcan los campamentos de la llamada gran favela del Besós. El Consistorio litiga, demuele y hace todo lo posible para reducir chabolas o, por lo menos, para impedir que crezcan los asentamientos.
Con la Valleçana Baixa, el Consistorio ha utilizado todas las herramientas que tenía a mano para eliminar el campamento. Se interpuso un expediente a los propietarios por permitir el asentamiento en una zona inundable, que conlleva un riesgo para las personas que vivían allí. En mayo, la policía local se personó en las infraviviendas y dio un plazo de 48 horas para que los chabolistas se fueran. No lo hicieron. Se abrió entonces la vía judicial que ha concluido con tres órdenes de desalojo y el derribo de las chabolas.
“El lunes vinieron a avisarnos de que iban a echarnos. Nos daban 24 horas para abandonar nuestras casas. Hubo gente que se fue”, explica Bertrand. La mayoría de chabolistas renunciaron a su hogar evitando problemas. A primera hora de la mañana de este martes, la Policía Local, Mossos d’Esquadra y voluntarios de defensa forestal acompañados por una excavadora han accedido al poblado derribando las 15 barracas. Solo quedaban cinco de las 25 personas que vivían en el asentamiento. Los primeros que abandonaron fueron los que tienen menores. “Tenían mucho miedo de que les quitaran los niños”, lamenta Bertrand.
El operativo se ha efectuado tras ser ordenado por tres juzgados que consideran que mantener el asentamiento implica un “riesgo” para los chabolistas. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha asegurado este martes que “los juzgados acordaron los lanzamientos por riesgo evidente de las personas residentes en las barracas que, entre otras cosas, han sufrido un incendio”.
En cuanto la excavadora ha acabado su trabajo este martes, el primer habitante del campamento se ha puesto a revisar que podía recuperar entre los escombros. “Con esta lona podré construirme otra chabola”, alegaba Bertrand mientras intenta recuperar una publicidad rosa del museo Moco de Barcelona. “Lo que más pena me da es que han destrozado mi huerto. Tenía más de 200 plantas de pimientos”, asegura mientras sujeta una calabaza, totalmente verde, recuperada entre la basura.
En el operativo también han participado los Servicios Sociales de Montcada que han ofrecido a los chabolistas poder pasar esta noche en las instalaciones del Centro de Urgencias y emergencias Sociales de Barcelona (CUESB). El Consistorio admite que solo ofrece una noche a los campistas alegando seguir el “protocolo” establecido por el CUESB. El Ayuntamiento asegura que no tienen recursos para proporcionar una alternativa habitacional a las familias que han sido desalojadas. Ni a estas, ni a otras que se encontraban en otros asentamientos irregulares que también fueron desalojados de la zona del río en los últimos meses.
Cerca de una decena de chabolistas pasarán la noche en el CUESB, pero Bertrand y otros han decidido, volver, a buscarse la vida. Ester Guix llevaba un año y medio viviendo en el Pueblo Nuevo de Montcada. Este martes contemplaba el fin del campamento sentada en una silla y sujetando a Chichón y Negro, sus dos perritos. “Llevo 12 años empadronada en este pueblo. Ya me desahuciaron de un piso en la crisis y ahora, me vuelven a echar”, lamenta. Guix, que como el resto de campistas que se han quedado sin barraca, rebusca entre los escombros. “Si encuentro una tienda de campaña podré pasar la noche y mañana ya veremos. Yo no voy a ir a ningún hostal ni voy a dejar a mis animales en la perrera”, concluye.